Eran compañeros de trabajo, el tiempo y el afecto los convirtió en amigos.
Amigos de esos que se defienden a capa y espada... Una amistad no declarada, una amistad implícita. Una relación que los gratificaba sin condiciones ni requisitos. Quizás ni ellos mismos sabían qué tan amigos podían llegar a ser.
Mujer y hombre...¿Mala fórmula para una amistad? Ellos sabían que eran la fórmula perfecta.
Se complementaban y le regalaban al otro la mitad de la mirada que le faltaba.
Aunque mirándolo bien, quizá no tanto... Como en todas las relaciones de la vida, el hombre y la mujer nunca están parados en el mismo lugar con respecto al otro.Rara vez miran la vida a través del mismo cristal.
Un día, ella descubrió su secreto mejor guardado...Él nunca lo supo, o si lo intuyó eligió no darse por aludido.
La conocía lo suficiente como para saber que si se daba por enterado, no iban a poder volver sobre sus pasos.
Ella creyó que su amistad era lo suficientemente profunda como para que él le confiara a ella lo que tan celosamente escondía.
Y empezaron a pasar los días...Él la sentía lejana y no quiso o no se animó a acortar esa distancia que los separaba.
A ella eso la mortificaba, aún más, que si él admitía no ser la persona íntegra que ella pensaba.
Era su vida, él tenía el derecho de vivirla como le pareciera y hacía lo que podía. Era cierto que no era la mejor opción pero no pudo contra sus sentimientos. Ella no podría comprenderlo.
No tenía derecho a juzgarlo pero, muy a su pesar, no podía evitar que le doliera la censura con que sus ojos lo miraban.
Después de todo no era el primer hombre que tenía una aventura fuera de su matrimonio.
¿Aventura? ¿A una relación que perduraba a través de los meses, con alguien que valía oro, tanto como su esposa, se le podía llamar aventura?
Y ella los apreciaba a los tres. No era su vida, no era su historia y sin embargo le dolía, más de lo que hubiera esperado.
Cuando trataba de pensar en el motivo real de ese dolor, una ensalada de sensaciones se apoderaban de ella.
Él era su compañero de trabajo, su amigo del alma...Un buen tipo en un rumbo equivocado...
La esposa, otra compañera con la que no tenía demasiada confianza pero, a quien conocía lo suficiente para saber que no se lo merecía.
"La otra", una persona más que especial, un ser tierno, frontal y sensible...
Los tres buena gente... Los cuatro compartiendo el mismo lugar de trabajo...
Ella, extremadamente frontal, tanto, que su cara no podía disimular el malestar que sentía.
Pero... ¿Tenía derecho? Era su amigo sí. Pero quizás su amistad no era tan grande como ella la sentía, para llegar al punto de contarle semejantes intimidades.
O quizás sí lo era, y él no hubiera soportado que lo juzgara por no ser lo perfecto que ella lo imaginaba.
Por eso nunca aceptó ese "mate" que lo obligaría a blanquear una situación que quizás, lo privara de una amistad que le hacía realmente bien.
Ella puso la pava en el fuego muchos días, esperando a su amigo, convencida de que esa charla sería sanadora para los dos. Jamás sería capaz de dejarlo al descubierto y echar por la borda su proyecto familiar.
Pero no se sentía capaz de mirarlo a los ojos y ocultar la rabia que le producía que hubiera elegido un camino equivocado.O quizás, la rabia más profunda...Quedar fuera de ese círculo de confianza que permite dejar frente a otro el corazón al desnudo.
Que se estaba equivocando, seguro.
Las dos excelentes personas. Ninguna merecía su falta de coraje para decidir. Y mucho menos ser las protagonistas de dos historias paralelas con el mismo "galán".
Ella no podía con su genio, era su amigo y se creía con derechos a opinar.
El tiempo, juez implacable si los hay, los fue llevando por un sendero insospechado, rodeado de un silencio al que no estaban habituados. Compartían reuniones familiares y de amigos. Se miraban y sabían que tenían algo pendiente pero ninguno dio el paso para concretar la charla que los liberaría.
Ella, porque estaba decidida a no rogarle para que confiara en su amplitud de criterio y no la viera como un juez implacable. Él vaya a saber por qué...
Nunca intentó cruzar ese puente a través de las palabras. Pero hizo todo lo que pudo y más, pare demostrarle cuánto la apreciaba y que, quizás, el silencio, en este caso era la mejor opción.
Paradojas de la vida...Tal vez su amistad comenzó a ser más profunda el día en que comenzaron a compartir ese secreto tan bien guardado...tanto, que ni siquiera ellos mismos fueron capaces de contárselo...