26/5/12

Algo cambió en mí aquél día...


A dos semanas de esa noche mágica en que celebramos la vida de mi hija, sus quince años...
Ese momento marcó, no sé bien por qué, un antes y un después dentro mío.

Fue una noche planificada cuidadosamente, absolutamente ansiada y por sobre todas las cosas compartida con todos los seres que queremos y nos quieren bien.
Y ese es el punto. Pude darme cuenta quiénes formaron parte de nuestra historia y por algún motivo decidieron dejar de hacerlo. Fue encontrarnos con los afectos de siempre, que compartieron con nosotros el crecimiento de Flor acompañándonos en esta hermosa tarea de ser sus papás y a su vez, eligen ser parte de nuestra vida todos los días.
Y también,  estuvieron los nuevos afectos, esos que llegan en la madurez plena, los que Flor adoptó como parte de su camino, acompañan la preocupación que esta adolescencia nos trae y disfrutan también de nuestra felicidad.

Llegué a ese momento con muchas inquietudes y me volví con la mayor de las certezas: sentirnos absolutamente queridos...
No fue necesario adivinar el afecto. Sólo era necesario mirarnos...
Cada par de ojos con lágrimas de emoción al ver a mi hija tan grande, tan mujercita...
Cada abrazo fuerte, transmitiendo el amor más sincero...
Cada palabra de cariño, de ternura y de sensibilidad ofrecidos....
El respeto en cada uno de los momentos de emoción compartida...
La euforia en los bailes que disfrutamos juntos...
Todo, absolutamente todo, hizo de ese momento la noche perfecta. Mejor no podíamos haberla soñado.

Y a casi quince días me sigue embriagando esa misma sensación de plenitud. Esa plenitud de saber cuánta gente nos quiere bien y disfruta de sabernos felices.
Sabíamos que iba a ser una fiesta hermosa pero nunca pensé que se transformara de esta manera en una bisagra en mi vida.
Hoy sé que soy más feliz desde ese día. O quizás pude darme cuenta qué tan feliz  era y no lo sabía...

19/5/12

Cuatro años ya...

Se cumplen 4 años de la creación de este blog. Como todo en la vida, hay etapas de crecimiento y otras de decadencia...Este "festejo" llega un momento en que este espacio se halla un poco solitario, con pocas visitas, incluidas las mías. Pero por algún motivo sobrevive. Quizás porque no me resigno a perder las cosas y personas lindas que en su momento me regaló.
Pasé al menos para desearle un feliz cumpleaños aunque sea en soledad....

11/5/12


En estos quince años aprendí….
Que cinco años de espera al final no fueron tantos…que valió la pena ese dolorcito para tener como recompensa la felicidad más absoluta.
Que seis meses de reposo fueron un paréntesis en mi vida que me permitió soñarte, desearte, preparar mi cabeza y mi corazón para darme cuenta que esas  dos rayitas, me anunciaban  que nada me importaría en la vida más que vos.
Que EL AMOR tiene tu cara, tu mirada, tu sonrisa…
En estos quince años aprendí que no hay rol en el mundo que me guste más que el de ser tu mamá. Esa mamá que te tuvo en su panza, te acunó  en sus brazos, te mimó todo lo que pudo y más… Una mamá que trató de protegerte de todo lo que pudiera hacerte daño, sin tener en cuenta que eso no te ayudaba a crecer. Una mamá que fue aprendiendo a serlo de tu mano. Vos me ayudaste a soltarte de a poquito…Y juro que todavía me cuesta!
Costó la primera vez que subiste sola a la calesita y yo estaba lista para saltar en cuanto te pararas. Y vos, con la sonrisa gigante en los ojos, sólo estirabas una manito para saludarme y la otra para agarrar la sortija.
Costó dejarte en tu salita de dos, con tu mochilita nueva, dándote el primer permiso para encontrarte con la vida fuera de casa.
Costó sacar las rueditas a la bici, mientras papi te acompañaba de cerca yo sólo atinaba a taparme la cara con las manos y espiarte con los dedos entreabiertos.
Costó la primera vez que dormiste fuera de casa y cómo disfrutaste vos de esa independencia…
Costó ver que la caída de tu primer dientito marcaba el fin de una etapa, dejaba atrás de una vez a ese bebé que soñé por años y me devolvía una nena alegre y pícara, con inmensas ganas de vivir.
Llegó la escuela primaria y te zambulliste en la aventura de aprender…Te sentías gigante, mirabas desde arriba a esos nenes chiquitos que quedaban en el jardín. Y a mí ya me picaba la nostalgia…
Fuiste creciendo, aprendiendo que ser responsable es un valor que debe acompañarte toda la vida, que el esfuerzo a la larga siempre tiene recompensa, que la vida no siempre es justa, que no todos los que queremos van a querernos de la misma forma, que no siempre todo sale como lo planeamos, que a veces se gana y a veces se pierde, pero que lo importante es intentarlo…
En estos quince años aprendí…
Que cada una de esas etapas me costó pero también aprendí a disfrutarlas… Que no hay tarea más costosa, dura, difícil y extremadamente placentera que ser mamá.
Aprendí que para que crecieras sana debía correrme de a poquito, soltarte la mano y mirarte de cerquita, estar a mano por si me necesitabas… Aprendí a ser tu mamá mientras crecías…
Hoy que los años pasaron estás cada vez más cerca de mí en altura pero más lejos buscando tus propios caminos… Y eso vaya que cuesta! Mirar a la distancia, rogando que tomes las mejores decisiones, que aprendas a cuidarte por vos misma, tolerar que personas a las que amás te hagan daño y no poder protegerte, entender que tu rebeldía no es desamor  y que esa distancia  te permite construir tu propia personalidad.
En estos quince años aprendí…
Que me resulta inevitable sentir nostalgia cada vez que una etapa le va dando paso a la siguiente…
Que extraño  a esa Florcita de ojos pícaros y sonrisa permanente que llenaba la casa de ruido y alegría… Que esa misma Florcita le fue dando paso a esta adolescente muchas veces gruñona, en ocasiones ausente pero siempre, siempre buena persona.
Estos quince años me enseñaron que hicimos como papás el mejor trabajo que pudimos, acertando a veces, equivocando el camino otras, pero siempre buscando lo mejor para vos.
Y mirando para atrás, hasta llegar a ese primer momento en que te imaginaba, me doy cuenta que nunca te soñé así…que siempre superaste todas y cada una de nuestras ilusiones… que si hoy terminara mi tarea sentiría que mi misión está cumplida.
Que el tiempo pasa demasiado rápido para quien soñaba un bebé y en un abrir y cerrar de ojos se encuentra frente a una hermosa mujercita. Una mujercita  con más valores de los que creímos enseñarte, con un corazón sensible pero que aprendió a fortalecerse con golpes a los que nunca hubiéramos querido exponerte… Con la inteligencia suficiente como para apreciar a quienes te aman y alejarte de quienes te lastiman… Con la lucidez como para mostrarle a ese corazón cuando debe dejar de sufrir por quien no se lo merece
Sos un ser increíble que supo tomar de cada uno de nosotros, tu mamá y tu papá, lo mejor… La sensibilidad para la vida y la frialdad en los momentos necesarios, la palabra justa en el momento exacto y la sinceridad ante todo, el valor del esfuerzo y el trabajo por encima de la tentación de la vida fácil que la realidad de hoy te propone, un juicio crítico que nos asombraba cuando apenas te levantabas del piso y que hoy es la muestra más clara de tu madurez , reflexionar antes de tomar tus decisiones y  a la vez priorizar los afectos por encima de todas las cosas… Y ese es tu tesoro más valioso.
En estos quince años aprendí que el día en que comencé a ser tu mamá me convertí en el ser más feliz y vulnerable. Nunca  nadie me importaría en la vida más que vos.
Yo sé que lo sabés. Que a veces lo padecés. Pero también lo valorás.
Después de estos quince años en que aprendí tantas cosas, sólo quiero decirte una vez más que nunca dudes en acudir a mamá y a papá cuando algo te preocupe o te lastime. Nadie en este mundo va a entenderte mejor que nosotros. Tus papás somos las únicas personas  capaces de perdonarte todo, hasta la cosa más terrible y aún así quererte más que a nadie. Que no tenés la obligación de hacer lo que creés que esperamos de vos. Lo único que esperamos es que seas feliz a tu manera, no a la nuestra.
Luego de quince años de imaginar cómo sería verte vestida de princesita del brazo de tu papá en esa noche mágica que con tanta ilusión esperabas, ese sueño está a punto de convertirse en una hermosa realidad. Y serán inevitables las lágrimas en los ojos de tu mamá…Una vez más una mezcla de nostalgia y felicidad frente a esta nueva etapa que te va convirtiendo en una hermosa mujer, por dentro y por fuera… Y una vez más pidiéndole a Dios que te deje verlo, que realmente lo creas, que puedas mirar sinceramente cuánto valés para así no permitir que nadie lo ignore.
Nunca permitas que nada ni nadie te aleje del camino que elijas para ser feliz… Y tené en cuenta que mientras lo transites, siempre voy a estar lo suficientemente cerca,  para que con sólo estirar  tu mano tomes la mía cada vez que la necesites.
Te amo hija…. Como cuando eras chiquita…Hasta el cielo ida y vuelta y más!!!!