27/6/12

Carta de una mamá de quinceañera a un león que aprendió a sonreir

Mi hija recibió en su fiesta de quince años el más inesperado de los regalos: Un cuadro y un video. Un cuadro que enmarcaba la camiseta del club de sus amores autografiada por casi todos los integrantes de su plantel (Esos que en ese momento trataban contra viento y marea de devolver a River al lugar que por historia le correspondìa). Y el video que mostraba el momento en que lo hacían, sumado a las dedicatorias que con tanta generosidad le deseaban que pasara la noche más feliz.
Y así fue...Ellos contribuyeron a que lo fuera...
Ellos que desde un simple deporte le enseñaron valores que a esta edad, tan tierna y rebelde a la vez, son tan difíciles de transmitir.
Le demostraron que ningún fracaso por grande que parezca es determinante, que siempre se puede volver más fortalecido y con nuevas enseñanzas.
Le mostraron que el dinero no vale tanto como el amor por los ideales...
Que uno muchas veces tiene que jugarse por lo que ama, sin medir las consecuencias.
Que hasta los más grandes pueden caer, pero son aún más gigantes cuando se levantan...
Que las lágrimas que derramó cuando vio descender a su equipo querido, le dieron la fuerza para defenderlo de quienes quisieran burlarse y hacer leña del árbol caído.
Pudo enfrentar a quienes cobardemente le pegaban en donde más le dolía...
Aprendió que a veces sólo es cuestión de tiempo...De tiempo y de agallas...
Que el destino da revancha siempre... en el fútbol y en la vida...
Y tantas otras cosas... Demasiadas para un solo año y demasiado fuertes para su corta vida. Ojalá algún día pueda agradecerlas en persona...como deseó mientras emocionadísima escuchaba cómo sus ídolos decían su nombre desde la pantalla.
Y hoy, con lágrimas  de esperanza renovada, sueña con crecer fuerte, como seguramente renacerá ese club al que ama tanto.
Y encontrará en su camino referentes tan parecidos o tan distintos a ese técnico que durante este tiempo pareció marcarle el camino de la lucha, de la fuerza, de los ideales...
Y ese cuadro que luce con tanto orgullo sobre su cama, será para siempre el símbolo de lo que debe hacer si quiere triunfar en la vida: Nunca bajar los brazos....

Por todo esto, esta mamá de quinceañera quiere decir simplemente un GRACIAS enorme a Matías Almeyda y su gente...Simplemente por darnos tanto....

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